domingo, 18 de agosto de 2013

Crecimiento occidental.


¿Y si América hubiera sido descubierta por oriente? No se hablaría español en América Latina sino, chino, turco o quizá árabe.
A lo largo del tiempo, basados en la historia que aprendíamos en el colegio, veíamos a Cristobal Colón como un héroe patrio, revestido del honor de descubrir el continente americano; a medida que vamos creciendo y aprendiendo ciertas pautas reales de aquellos tempestivos siglos, conocemos que Colón nunca supo que había pisado tierras nuevas, nunca supo que sus posteriores navegantes encontraría el oro y la plata que conllevaría al inicio paulatino de la formación del Estado Moderno y su posterior economía global y, por qué no, al inicio de la irremediable decadencia del pueblo español (¿contradictorio, no?).
Los primeros colonizadores españoles centrarían sus esfuerzos en saquear todas las piedras preciosas y cualquier metal que tuviera valor en Europa, todo con el anhelo ferviente de riqueza, reconocimiento y poder. Todo aquel flujo incesante de oro y plata que empezó a llegar a las costas españolas, concretamente al puerto de Sevilla, desencadenó una fuerte inflación que degeneró en el enriquecimiento de muchos y el empobrecimiento de muchos otros. En aquel período de tiempo, las arcas españolas contrajeron desorbitantes deudas para paliar las continuas guerras europeas para mantener el dominio y el poder territorial y económico, con lo cual, estas posesiones fueron muy bienvenidas pero, como bien lo supo España, efímeros que, como dije antes, conllevaron al falso engrosamiento del poder económico español, ya que, así como entraban riquezas, salían casi inmediatamente a sus deudores europeos.
De esta manera, no sólo empezó a germinar la hegemonía europea sino que, el dominio político y soberano que pierden los pueblos primitivos americanos se acentúa con cada barco que atraca en las playas del Atlántico.  
Incas, Mayas o Aztecas vieron sus sociedades reducidas a esclavitud y destrucción pero, no sabían que, puesto en una balanza, serían la principal fuerza y engranaje adecuado para el desenvolvimiento político que hoy nos acoge y nos ofrece las posibilidades de crecer, madurar y desarrollarnos en un entorno de considerable libertad, derecho o reconocimiento personal necesario para que los individuos obtengan su lugar en el mundo y alcancen la igualdad negada a través de los años entre las distintas clases, géneros y grupos sociales.

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