
Vale, hasta aquí.
Sabemos lo que somos, somos lo que queremos (o lo
intentamos); fuimos en un pasado imborrable y fijo, marco de fotografía a
blanco y negro con contexto capaz de devaluar nuestro presente haciéndolo
intangible o por lo menos otorgando la seguridad de lo conocido, restando la
sorpresa de los finales ya pactados por los errores y triunfos de nuestros
mejores éxitos, como una compilación de los número 1 de los 40 Principales.
Qué inseguridad nos da no conocer, no planificar, ni ser conscientes de los pros y contras del futuro que tenemos a la vuelta de un “hasta mañana”; nos jugamos la vida en cada pestañeo, en cada escalera y en cada ducha. ¿Si muero mañana, me sentiré orgullosa/o de lo que hicimos hasta esta noche?. La vida se escapa de los pulmones mientras exhalamos la indignación pasiva de quienes dejamos que otros/as decidan por nosotros/as y que juegan en la Liga Mayor sin pasarnos el balón, como a los/as niños/as taciturnos/as y callados/as del final de la clase; se nos evapora mientras escuchamos en modo repetir nuestros “hits” para bailarlos al son de la coreografía de siempre, añeja y pasada de moda; cedemos nuestra custodia del mañana a la élite política que excarcela a violadores, terroristas y criminales (mientras les pagamos una pensión por desempleo, porque… Pobres! ¿Cómo si no van a continuar sus vidas felices y contentos/as?), que votan las nuevas pésimas reformas educativas sabiendo de antemano que van a ganar por mayoría… Ya ni los puntos suspensivos son capaces de recoger la ingente cantidad de basura que dejamos generar para el próximo fin de semana sin tener en cuenta que el hedor tapará nuestras fosas nasales y nos será imposible volver a cantar nuestro cómodo pasado.
Qué inseguridad nos da no conocer, no planificar, ni ser conscientes de los pros y contras del futuro que tenemos a la vuelta de un “hasta mañana”; nos jugamos la vida en cada pestañeo, en cada escalera y en cada ducha. ¿Si muero mañana, me sentiré orgullosa/o de lo que hicimos hasta esta noche?. La vida se escapa de los pulmones mientras exhalamos la indignación pasiva de quienes dejamos que otros/as decidan por nosotros/as y que juegan en la Liga Mayor sin pasarnos el balón, como a los/as niños/as taciturnos/as y callados/as del final de la clase; se nos evapora mientras escuchamos en modo repetir nuestros “hits” para bailarlos al son de la coreografía de siempre, añeja y pasada de moda; cedemos nuestra custodia del mañana a la élite política que excarcela a violadores, terroristas y criminales (mientras les pagamos una pensión por desempleo, porque… Pobres! ¿Cómo si no van a continuar sus vidas felices y contentos/as?), que votan las nuevas pésimas reformas educativas sabiendo de antemano que van a ganar por mayoría… Ya ni los puntos suspensivos son capaces de recoger la ingente cantidad de basura que dejamos generar para el próximo fin de semana sin tener en cuenta que el hedor tapará nuestras fosas nasales y nos será imposible volver a cantar nuestro cómodo pasado.
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