sábado, 3 de enero de 2015

Empezamos 2015 con un viernes que parece lunes.

Todos empezamos el año con las mismas expectativas: dieta, gym, más sexo, menos alcohol, menos tabaco, más lectura, carnet de conducir, graduado escolar, menos redes sociales, más actualidad, escribir un libro, hacer puenting o depilarnos más seguido… Todos pasamos por alguna de esas utópicas metas pero, realmente, nuestra meta es sobrevivir. Sobrevivir a qué? A la gran decepción de que llegue diciembre del 2015 y sigamos con la misma lista en el bolsillo trasero del pantalón que estrenamos el 31 del año anterior.
Sobrevivir a otra crisis; a otro ébola; a otro Bárcenas; a otro Rey; a otro Mundial; a otra subida de impuestos; a otra Cuba…
La meta no es cambiar para innovar, para mejorar; la meta es conservar, se ve, para permanecer y añejar como el vino.
Empezamos 2015 con publicidad entre una uva y otra, con cantantes defraudadoras comiendo banquetes entre las rejas a costa de nuestros impuestos; pero tranquilos, que Isabel Pantoja no sabe qué son los impuestos, no se sentirá mal bienviviendo encerrada. Empezamos 2015 con connotaciones inequívocas de unas elecciones que prometen ser del todo sorpresivas y  tensas entre la experiencia que da la vejez y la insensatez que da la juventud.
Será que PP, PSOE, IU, Podemos y los demás amigos de las altas esferas empiezan el año con las mismas metas que nosotros? Ya saben, robar menos, menos sobres en B, menos tarjetas opacas, menos indultos irregulares, menos corrupción… Vamos! Lo típico que prometemos en nuestros hogares. O, por el contrario, brindan con champán del caro en una gala benéfica, mientras los pobres a los que dicen ayudar les sirven haciéndoles una inclinación, prometiendo otro año colesteroso, obeso y envejecido? Ya saben… ¡Está todo pagado!.
Acabamos 2014 igual que empezamos 2015: sin un duro, con deudas exorbitadas en el banco, sin casa, perezosos y vagos pero con esperanzas. Total, es lo último que se pierde y, como antes está la pereza, nunca llegamos al final, siempre se queda en nosotros, impregnada como el olor a fritanga en nuestra ropa.
Bienvenido, 2015, moríamos de ganas por verte llegar y más de uno ya muere de ganas porque te acabes; no desesperes, serás de todo, menos aburrido.

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