No te equivoques, la belleza no está sólo
en unos ojos verdes o azules; la belleza se instaura en tu piel desde el
preciso momento en el que, al detenerte a respirar, sonríes al llenar tus
pulmones de polución.
A la belleza la delinean las palabras que
brotan de tu pecho a borbotones, sin ciencia cierta, sin empirismos ni malicia.
La belleza cobra vida cuando tus pies desnudos se hunden en la tierra mojada y
la humedad del suelo te hace palpitar, te sientes vivo/a, en paz, sereno/a.
La belleza mezcla la bondad de las
palabras, su perfección, deidad y potencia con su capacidad de viajar e
introducirse en las venas con más estrépito que un tsunami; se visten de
cortesía, de verdad, de erotismo, de anhelo, de deseo y de pasión para nublar
la razón y dejar que se deslicen por el
oído para acabar en una cara roja de vergüenza, una boca sedienta de otra boca,
un corazón latente de amor o un vientre ardiente de delirio.
Las palabras son una expresión pura y
majestuosa de belleza sin límites ni reglas; tan duras como un puñetazo o tan
dulces como una caricia. Tienen la
facultad de desplegar sus artimañas y envolverte en la perdición.
Entonces, si somos conocedores de su
implacable poderío y supremacía, por qué seguimos creyendo en las vacuas
palabras (sonidos sin orden ni concierto) que nos regala una televisión
comprada con censura, una prensa con miedo a profesar su derecho de libre
expresión, una élite política que se contradice a sí misma ganadora del Óscar a
la mejor actuación y al mejor guión adaptado.
Quizá somos incapaces de discernir entre
palabras que enamoran y palabras que
hacen daño; es sencillo, si ves que las personas no saben en dónde queda La
Alhambra o el Parque Güell , algo de palabras con engaño te cenaste el día
anterior y te dejaron hinchado/a, lleno/a de gases y con malestar; en ese caso,
es hora de decirle a José Ignacio Wert que bien se puede comer cada una de sus
reformas con patatas fritas metafóricas aliñadas con esas palabras funestas y
nocivas que tanto le gustan.
La belleza también está, en leer artículos como éste, que te lleva de lo simple a lo complejo. Cuando empiezas a hacerte una idea del texto, zas! Cambias el contexto, y ahí esta la magia, porque no te lo esperabas, entonces paras, sonríes, reflexionas, porque te das cuenta que increíblemente todo está enlazado de principio a fin.
ResponderEliminarSan, te felicito, pienso que tienes mucho talento, y te admiro porque con tu blog nos invitas a la reflexión sobre nuestras problemáticas sociales.
Me apasiona leerte! P.A.Z
Se puede sonreír más? Gracias mi querida P.A.Z. Por palabras como estas es que me digo que merece la pena.
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