Las gotas de lluvia que ruedan por la
ventana dejan una estela de humedad tan endeble y efímera como una verdad
contada a medias, tan groseras que hielan la mente y enredan los ojos
entornándolos en un bucle de pupilas de sube y baja.
Es inevitable perderse en sus curvas y
caídas.
A nadie parece importarle que llueva
mientras se está en casa, bajo las mantas, tomando un buen café caliente; a
nadie parece molestarle que las gotas caigan libres, saltarinas y arbitrarias.
Disfrutamos con el suave murmullo de cada
gota explotando en cualquier superficie, del arrullo que trae consigo el cielo
cuando se desborda cansado de guardar el agua en sus entrañas. Nos acurrucamos,
tomamos aire y lo soltamos con una media sonrisa en los labios llena de
satisfacción, paz, tranquilidad y calma.
Cuando estamos en casa es fácil mirar por
la ventana mientras llueve y encoger los hombros para rechazar el posible frío
que podrías sentir de estar empapado/a; pero estás en el sofá; nada parece
interesar de lo que pase fuera si estás en el sofá.
A nadie parece molestarle que llueva mientras
la ropa está seca; salvo a las miles de personas que se ven obligadas a
abandonar sus hogares, desahuciados/as por quien debe cuidarlos/as, por quien
debe ser su paraguas, por el Gobierno.
Les dimos nuestro voto, los/as apoyamos
para que llegaran allá arriba donde están, cedimos parte de nuestra soberanía
para que ellos/as pudieran juntar la voluntad del pueblo en una sola voz que
acallara todos los peligros e inclemencias del tiempo y del exterior; les damos
todo y más y, ¿a cambio qué obtenemos? Niños/as en situación de pobreza que
tienen que imaginar lo que tienen dentro de una barra de pan para comer;
personas sin techo a las que les cobran multas por dormir en la calle (¿Acaso
están pensando en alquilar el suelo público para sacarle una tajada a las
personas sin hogar? ¿Se puede caer más bajo?); familias enteras que se quedan
sin casa justo ahora que comienza el invierno…
Pero a nadie parece importarle lo que
sucede fuera mientras llueve o cae nieve si se está calentito/a en el sofá,
frente a la televisión, viendo cómo nuestros/as políticos/as juegan el partido
de sus vidas con el árbitro
comprado.
Actuamos como entes sociales que hacen la vistq gorda ante este tipo problemática, simplemente porque no nos toca directamente, y somos tan inocentes o quizá estúpidos q además de no hacer nada por ayuda, subimos al poder a quienes lo único que les interesa es meter nuestras cabezas en el fango. P.A.Z
ResponderEliminarNos meten en el fango para no marcharse mientras pasan sobre nuestras cabezas, así queda más dramático y real!
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