Madrid es un ejemplo claro de perseverancia, de lucha
encarnizada contra sus propios problemas internos… Madrid y España, son como el
Caballo de Troya, llevan a los enemigos en sus entrañas.
Este fin de semana se nos confirmó, una vez más, que España
está catalogada entre los países más mal vistos de la UE y del mundo entero,
pues no sólo fue descartada la primera en los ansiados Juegos Olímpicos, sino
que demostramos que nuestros políticos carecen del espíritu vanguardista que requiere
la política actual.
España es un país de viejos.
Obviando el ridículo de Ana Botella en su discurso en
“inglés”, obviando el peloteo al
Príncipe Felipe (no se dejó la piel en su apelación ante el COI; le pagamos
para eso y más), la fiesta descomunal que se hizo para celebrar unos juegos que
no tuvimos (fiesta pagada con nuestros impuestos; no nos dejemos engañar, nada
es gratis) y obviando el derroche de confianza que tenía el país al completo
por la falsa percepción que nos vendió el mismo gobierno de un triunfo
inminente en la candidatura de los Juegos Olímpicos Madrid 2020; rescatamos la
paciencia y la fe de las personas que, lejos de concebir la imagen de la enorme
cantidad de dinero que se mueve en sobres por debajo de las mesas, son capaces
de unir sus corazones, sus esperanzas y su amor a causas tan relevantes como
ésta, sacan a relucir su amor patrio, ya sea por el fútbol o el cantante de
turno y dejan en segundo plano temas tan vacuos como el robo a manos llenas que
nos está haciendo el gobierno y la corrupción tan evidente que ya no intentan
ocultar. Pero esos son problemas menores, al fin y al cabo, ¿qué Estado no
tiene su manzana podrida?.
Lo verdaderamente importante es que España gane el siguiente
mundial de fútbol.
¡Stop!
Aún podemos despertar, estamos a tiempo de salir del
carril-bici en el que estamos anclados, acomodados y adormecidos.
Es la hora de las antorchas, de los cohetes, las bengalas,
las acampadas… Es hora de levantarnos y recuperar lo que es nuestro, lo que nos
ha sido arrebatado por la parsimonia en la que nos enclaustramos; es la hora de
salir del Caballo de Troya porque España no sabe que los verdaderos enemigos
del Estado actual están en sus mismas entrañas.
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