Ya la moda no es llevar pantalones con
bota de elefante, el pelo de punta o tutú. Ahora la moda es indultar políticos
corruptos, deportistas con dopaje, asesinos y presidentes del Tribunal
Constitucional que militan en partidos políticos cuando lo tienen prohibido.
Estamos en un periodo convulso, no sólo
por la movilidad en el sistema de clases (más personas en la base que en la
punta de la pirámide), sino que, peor aún, estamos adquiriendo una conciencia
de clase que hará que en X momento creamos que estamos adscritos a determinado
agujero en medio de la sociedad de la que parece que cada vez somos más ajenos.
Vemos a nuestra camada de políticos en la
estratosfera ficticia que nos han vendido inmersa en una adulterada Elysium a la que le notamos las
telarañas, las grietas y las fisuras pero les regalamos el título de “Inmunes”
y “Todopoderosos/as” dejándonos tan vacuos con el esfuerzo como un bote de Nocilla en el recreo de un cole.
Anoche me decía una persona que la vida
es o deja de ser hasta cuando nosotros/as lo elegimos, somos dueños/as de
nuestro presente pero no de nuestro futuro; somos juguetes que rodamos de una
mano a otra pendiendo de la “moral”, de los designios de un titiritero (no sé
por qué, pero pienso que es un hombre) y del “Destino”; pero entonces, ¿si el
futuro no depende de nosotros/as, de quién lo hace? Nuestro futuro depende,
entonces, de unas oportunidades que nos brinda el presente y que nos mata el
presidente de turno.
De esta misma manera, nos han enseñado a
utilizar la palabra “crisis” en sentido económico y ya
forma parte de nuestra jerga diaria, restándole la gravedad que conlleva y
permitiendo que nos envuelva en sus dulces y soñolientos brazos de la dejadez y
la apatía. Porque cuando algo se vuelve rutina, deja de ser importante.
No es sólo crisis monetaria, estamos en
crisis de ética, de verdades, de sueños, de metas, de visión; estamos en crisis
de Justicia, porque, como dijo V: “La Justicia está de vacaciones” y ¡encima no
se las pagan!.
Pobre y desprestigiada Justicia.