Ahora ya ni en Twitter tenemos libertad de expresión.
Es gracioso y aterrador ver cómo la muerte de un personaje
público remueve las consciencias de nuestros políticos y dan la orden para
empezar la caza de brujas a todo aquel incauto o incauta que quiera manifestar
su agrado o desagrado con la clase política –es cierto que con muy poco tacto-.
Muchos de los mensajes poseen un tono desatinado, pero la esencia de la
polémica radica en que, en vez de investigar tantísima corrupción que resulta
evidente, se investiga la procedencia de mensajes estúpidos publicados en un
país en el que el derecho de expresión es un derecho constitucional.
Los políticos juegan en una liga profesional que no
alcanzamos a vislumbrar, que no comprendemos y de la que no participamos pero
nosotros mismos pagamos; es tan típico de los seres humanos el estatismo placentero
embargado por un halo de soñolencia profundo que no vemos que es como pagar
cada mes la cuota del gimnasio y no ir ni siquiera a recoger la ropa del primer
y único día que fuiste creyendo tener la fuerza de voluntad necesaria para
bajar esos kilos de más. Pagamos las dietas, los viajes y el salario de todos
los políticos y, como agradecimiento, nos roban a diestro y siniestro como la
niña rebelde que coge dinero a escondidas de sus padres para irse de fiesta
todo el fin de semana y encima llegan el domingo a casa pidiendo la paga de la
semana para ir al colegio.
Ya ni siquiera estamos en época de convulsión, guerra o
levantamiento. Parece que nos hemos acostumbrado tanto a toda la inmundicia que
ya nos asomamos a la ventana a ver el espectáculo con palomitas y refresco.
Ya no somos las víctimas, los atropellados, los robados, los
acosados ni las personas heridas, ahora somos los cómplices, tan culpables como
aquellos que ejecutan el delito. Cómplice yo, cómplice tú. Cómplices todos al
girar la cabeza a otro lado cuando 3 de cada 9 personas suicidadas son por
causa de la crisis; cuando la cúpula del gobierno presuntamente ha recibido
sobre con dinero negro; cuando tantísima gente es desahuciada de sus casas y
puestas en la calle sin ninguna contemplación y cuando… Cuando… Cuando…
Cuando dejemos de ser cobardes y hagamos algo más que recurrir a nuestro libertad de expresión a través de una anónima red social podremos ser titulares de esa liga profesional y, por fin, empezaremos a ir al gimnasio diariamente de 7 a 10 de la noche.
Cuando dejemos de ser cobardes y hagamos algo más que recurrir a nuestro libertad de expresión a través de una anónima red social podremos ser titulares de esa liga profesional y, por fin, empezaremos a ir al gimnasio diariamente de 7 a 10 de la noche.
¡Bravo! Demasiado cierto. Justamente hoy pensaba en la limitación de un Derecho Fundamental tan importante como es la libertad de expresión. Se está vulnerando su núcleo esencial, justamente, aquello que el legislador prohíbe tocar y que curiosamente quienes nos "gobiernan" son los que faltan a esa prohibición para protegerse de una revolución (aunque sea virtual) del pueblo. Y encima, nos hacen sentir culpables hasta el punto de tolerar que hagan a su antojo lo que quieran con nosotros.
ResponderEliminarNos tienen embobados. Es hora de despertar.
EliminarGracias por leerme y, sobre todo, por tomar el tiempo de escribirme.