Ya nos hablaban Shakespeare y Calderón de
la Barca de un algo llamado “Sueños”. Tenemos sueños de caramelo, de gominolas
o de ilusión; estamos donde estamos por perseguirlos o por abandonarlos. Nos
podemos resumir, a grandes rasgos, en sueños y pasiones.
Nos convertimos en animales por la pasión
y en valientes por nuestros sueños, nos levantamos cada mañana para rodar por
el césped de los ideales y tropezar hasta con nuestros propios cordones. No hay
nada más fácil que caer, pero incluso para caer hay que tener arte, que si no,
nos rompemos los huesos. Sin embargo, como seres humanos que somos, preferimos
caer por nuestro propio pie a dejar que nos tiren al suelo; entonces, si
poseemos tal orgullo y nos es sencillo envalentonarnos, ¿Por qué nos quedamos
quietos esperando a que corten nuestros sueños como si fueran Jason de Viernes
13?.
Cuando nos lo han quitado casi todo, ¿qué
más podemos perder? Nuestra capacidad de soñar, de reír, de besar, de amar y,
sobre todo, de perdonar no le pertenece a nadie sino a nosotros/as mismos/as.
Que se queden con el dinero, con las
pensiones, con las leyes, con las mentiras, con las medicinas, con las
fachadas, los engaños y con las fronteras; pero jamás con ese cosquilleo en el
estómago al escuchar la canción que nos hace cantar hasta hacer llover; con el
bum-bum del corazón al verla/lo sonreír, al sentir su calor, su tacto, su olor…
Jamás podrán robarnos la sensación de las gotas de agua tocando implacables
nuestra piel o las carcajadas que se gestan en las entrañas para subir por el
pecho y chocar con una realidad que poco a poco deja de pertenecernos.
Cercenan nuestras manos con delicadas
incisiones precisas e incesantes para que no podamos
empuñar las espadas que los derrocarían de sus lúgubres pedestales, limitan
nuestros sueños para que no podamos ver más allá del ficticio bienestar que nos
venden y que compramos con cantidades ingentes de conformismo bañado en
decepción e inmovilidad.
Nos pueden despojar de todo salvo de
nosotros/as mismos/as, porque como decía Shakespeare: “Estamos hechos del mismo
material que los sueños” y Calderón nos dejó claro que “Los sueños, sueños
son”.
Como dijo Martin Luther King: "Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas"
ResponderEliminarDesgraciada y afortunadamente aún tenemos el derecho a soñar, como dices tú, es algo que nadie nos puede quitar, y digo desgraciada porque a veces sólo son sueños que no sabemos si se harán realidad, pero mientras tengamos la capacidad de soñar creo que aún podremos vivir.
Felicidades por este grandioso texto, es apasionante, es verídico y es confortante saber que aún hay personas que creen en los sueños y mejor aún que creen que es lo único que no nos pueden quitar.
Gracias a ti por leerme. Tanto a mí, como a cualquier loco/a, nos encanta que nos hagan caso.
EliminarGracias también por disfrutar tanto de las letras como yo.
Está muy bonito tu texto, felicitaciones y que tus metas se te cumplan. un abrazo.
ResponderEliminarGloria E. Franco.
Leer cada texto tuyo me hace envolver en pensamientos, palabras que a veces quedan tan escondidas tú las haces libres y haces que veamos todo de una forma real, cruda, pero siempre con un objetivo y es el creer en nosotros mismos y no dejarnos llevar por palabrería que lo único que nos quitan son los sueños. Haces que tenga esperanza, después de leerte seguramente seguiré soñando, eso nadie me lo quitará! Me voy a rebelar y la culpa la tienes tú.
ResponderEliminarGracias infinitas por compartir mi locura. Creo que ahora soy más feliz que ayer y eso, sin duda, gracias a tus palabras.
ResponderEliminarSan!! Precioso. Segunda lloradera. Voy a por más. ;)
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