Considerando que las opciones de progreso, crecimiento, madurez y ensanchamiento son tan nulas en los años en los que nos tocó vivir; reconocer que muchas veces el error es personal y propio no resulta nada sencillo.
Somos conscientes de que a cada hora seres queridos se van a otras tierras a buscar “futuro” y dejan esos vacíos tan sonados y palpables en medio de los labios y la piel, razonas contigo mismo en busca de consuelo (vago consuelo) y te justificas con frases tan banales como: “Es cuestión de tiempo, todo cambiará en unos meses”, “todo sea por tener algo en donde caerte muerto” y, mi favorita, “es el destino”. ¿El Destino?.
No estamos en condiciones de quejarnos, no tenemos dinero, no tenemos posibilidades ni salidas, pero no podemos quejarnos, todos los pasamos mal, con lo cual, ¿de qué sirve una lágrima más o menos en medio de un mar de súplicas y hambrunas?.
Escribir sobre la realidad actual resulta tan improductivo como intentar no tragar agua cuando vas a la piscina.
domingo, 25 de agosto de 2013
domingo, 18 de agosto de 2013
Y ahora… Como cigüeñas.
¿Qué podemos hacer para mantener acolchonados y seguros nuestros nidos y alimento en nuestras despensas? La respuesta está cada vez más clara… Emigrar.
Y, ¿Por qué ahora? Sencillo, porque ahora nadie con una hipoteca puede garantizar el pago mensual de la cuota y pocos arrendatarios aseguran el fiel cumplimiento del alquiler; con lo cual, ¿Tenemos hogar (nido) seguro dónde pasar la noche?
A pesar de ser uno de los derechos básicos del ser humano contemplado en la Constitución, el Estado se ve incapaz de abastecer techo a los millones de desempleados y desempleadas imposibilitados/as para mantenerse a sí mismos/as y menos a sus familias.
Como consecuencia de este hecho tan sobrecogedor y desesperante, una de las vías de escape es dejar hijos, hijas, parejas etc. para salir en busca de un modo de sobrevivir en medio de este planeta cada vez más globalizado y con, según la ideología de este término, igualdad de posibilidades aquí y allá.
Uno de los grandes inconvenientes después de plantearse abandonar España y buscar tu hueco en el mundo es el poco patrimonio con el que se encuentran estos nuevos migrantes del siglo XXI, tan solo se tienen ilusiones, esperanzas y vitalidad en los bolsillos, recursos no suficientes para empezar desde cero en Alemania, Suiza o, aunque parezca sorprendente, Argentina, Venezuela o Perú.
Una América reinventada.
Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de España países como Argentina, en primer lugar, seguido por Venezuela, Brasil, México y Chile, son los destinos elegidos para los y las españoles y españolas que toman la iniciativa de anidar en otras tierras esperando, muchos/as de ellos/as, a que pase la tormenta denominada “crisis del Euro”.
No te preocupes, el globo terráqueo es exorbitante, en cualquier esquina podrás encontrar un trabajo, pero claro, en cualquier esquina fuera de la Península Ibérica, no temas moverte de ella, cuando vuelvas seguirá estando en el mismo lugar.
En conclusión, si estás esperando el mejor momento para abandonar el barco después de las mujeres y niños…. Llegó el tiempo de llenar tus bolsillos de esperanza y tus músculos de fibra para luchar por ti y los tuyos fuera del nido, como las cigüeñas al cambiar la estación.
Crecimiento occidental.
¿Y si América hubiera sido descubierta por oriente? No se hablaría español en América Latina sino, chino, turco o quizá árabe.
A lo largo del tiempo, basados en la historia que aprendíamos en el colegio, veíamos a Cristobal Colón como un héroe patrio, revestido del honor de descubrir el continente americano; a medida que vamos creciendo y aprendiendo ciertas pautas reales de aquellos tempestivos siglos, conocemos que Colón nunca supo que había pisado tierras nuevas, nunca supo que sus posteriores navegantes encontraría el oro y la plata que conllevaría al inicio paulatino de la formación del Estado Moderno y su posterior economía global y, por qué no, al inicio de la irremediable decadencia del pueblo español (¿contradictorio, no?).
Los primeros colonizadores españoles centrarían sus esfuerzos en saquear todas las piedras preciosas y cualquier metal que tuviera valor en Europa, todo con el anhelo ferviente de riqueza, reconocimiento y poder. Todo aquel flujo incesante de oro y plata que empezó a llegar a las costas españolas, concretamente al puerto de Sevilla, desencadenó una fuerte inflación que degeneró en el enriquecimiento de muchos y el empobrecimiento de muchos otros. En aquel período de tiempo, las arcas españolas contrajeron desorbitantes deudas para paliar las continuas guerras europeas para mantener el dominio y el poder territorial y económico, con lo cual, estas posesiones fueron muy bienvenidas pero, como bien lo supo España, efímeros que, como dije antes, conllevaron al falso engrosamiento del poder económico español, ya que, así como entraban riquezas, salían casi inmediatamente a sus deudores europeos.
De esta manera, no sólo empezó a germinar la hegemonía europea sino que, el dominio político y soberano que pierden los pueblos primitivos americanos se acentúa con cada barco que atraca en las playas del Atlántico.
Incas, Mayas o Aztecas vieron sus sociedades reducidas a esclavitud y destrucción pero, no sabían que, puesto en una balanza, serían la principal fuerza y engranaje adecuado para el desenvolvimiento político que hoy nos acoge y nos ofrece las posibilidades de crecer, madurar y desarrollarnos en un entorno de considerable libertad, derecho o reconocimiento personal necesario para que los individuos obtengan su lugar en el mundo y alcancen la igualdad negada a través de los años entre las distintas clases, géneros y grupos sociales.
Enfermos sin enfermeros.
¿Y si te enfermas, qué? Es una de
las tantas preguntas que generan un estado amplio de incertidumbre en medio de
una de las poblaciones más vulnerables de la sociedad española, los inmigrantes
ilegales.
Vivimos tiempos difíciles, de eso no nos
cabe la menor duda, pero, mi pregunta es: ¿Podremos los inmigrantes ser capaces
de aportar tanto dinero como pretende el Gobierno? Desde luego la apuesta es
por una respuesta afirmativa, creen en nosotros, confían en nosotros; pues han puesto
una cuota más alta que los seguros privados para la atención básica
pública de la que gozábamos meses antes; señal de la seguridad del dinero que
todos guardamos bajo nuestros colchones.
¿Será que tendremos que hacer caso a las
palabras de Rafael Hernando, portavoz adjunto del Grupo Parlamentario
Popular en el Congreso, "los inmigrantes deben volver a sus países"?
¿Quizá tenga razón y los inmigrantes ahora somos un problema? A lo mejor no
pagamos suficientes impuestos cuando el trabajo de la construcción nos abrió
las puertas del país y ahora tenemos que pagar mínimo 60 € al mes por nuestro
médico de cabecera. Pero más te vale no envejecer, porque entonces tendrás que
pagar mucho más que esa cantidad para que te revisen una uña
enterrada.
Dice Rafael Hernando, diputado del
Gobierno, que "España tiene que dejar de ser el paraíso de la
inmigración ilegal". ¿Será que el desempleo, el desahucio y la falta de
cobertura sanitaria son nuestro sueño cumplido?.
Desde luego aquí estamos y seguiremos
apoyando de una u otra manera a las tierras que nos han alimentado, otorgado
posibilidades y llenado de ilusiones a lo largo de tantos años de abundancia,
porque la escasez no nos acobarda y las palabras no nos hunden; al contrario,
nos levantamos por las mañanas a sellar la demanda de empleo, a
llevar currículum y a tomar paracetamol para no enfermarnos en ningún
momento.
Cómo sobrevivir a la crisis: ¿Tarea im-posible?
La respuesta a esta cuestión está en nuestros abuelos y abuelas, en nuestros zapateros y costureros. ¿Por qué? Es sencillo.
En tiempos de abundancia y la utopía de una economía expansiva, si perdíamos un botón de la chaqueta de cuadros la tirábamos al contenedor más próximo, reconociendo que era más cómodo andar de tienda en tienda buscando un sustituto nuevo que ir a la mercería del barrio y comprar, por céntimos, un botón más o menos parecido al ausente. ¿Ahora qué debemos hacer si se nos rompe la cremallera del pantalón del trabajo? Acudir a la esquina, a esa mujer que se parece a nuestra abuela con su taller de costura y pedir un cambio de cremallera.
¿Recuerdan aquellos momentos en que los padres felices sacaban a sus hijos a comer hamburguesa y helado al centro de la ciudad? Seguro que al pensarlo sonreímos y movemos la cabeza en gesto de aceptación. Bien, pues ahora lo más recomendable es sacar a los hijos con el tupper a cuestas en el que llevamos pan, salchichas y algún Osito Lulu con zumo de caja de una marca blanca. Es mejor esto ahora que nos han subido el IVA al 21% de cualquier chuche, gominola o coca-cola.
Y por último, igual de sencillo y antiguo, "hágalo usted mismo", es decir, ¿Se rompe la tubería principal de su casa? No llame al fontanero, busque en internet o en la enciclopedia y vuélvase manitas particular y tape la rotura con Super Glue. ¿Se le rompe la lavadora? Lave a mano, así recordará gratamente los viejos lavaderos de ropa con cepillo en manos arrugadas por el agua.
En resumen, ¿No sabe cómo ahorrar unos cuantos euros necesarios para sobrevivir hasta el mes siguiente? Olvídese de las caras y nuevas tecnologías, olvídese de internet everywhere, de tirar la ropa vieja, los zapatos rotos e, incluso, de cortarse el pelo, hágase un auténtico artesano o artesana, todo natural, bajo en excesos y elaborado a mano y con madera de la buena; le saldrá más gratificante que donar su fuerza y vitalidad a un trabajo o a un Estado que se olvida de que sin usted no puede salir de la nombrada crisis.
sábado, 17 de agosto de 2013
¿Y ahora qué?
No hay trabajo. ¿Quién de nosotros no ha escuchado, o en el peor de los casos, no ha dicho esa frase?. Dicha afirmación no es más que la sentencia que tenemos que padecer en el momento actual; una economía en declive –cada vez más acusada- impulsa a las personas a abandonar su zona de confort, en especial a los jóvenes, caracterizados siempre por ese afán de superación, ganas de salir adelante y esa ambición propia de quien empieza a construir un camino hacia lo desconocido, hacia un futuro mejor; lejos del calor y la seguridad de los brazos paternos y maternos; una fuga no sólo de cerebros sino de corazones; un tanto por ciento de desarraigados (y exiliados, según se mire) que continuará dejando a España como uno de los países con más alta tasa de envejecimiento de la UE.
¿Por qué? Las respuestas son tan sencillas y, a la vez, tan vacías que se escapan de los dedos a borbotones: una empresa que no confía en la experiencia juvenil; un Estado que no propicia facilidades para estudiar; reducción exagerada de plantilla; una sociedad tan anclada en la tradición y en el negativismo que ya no cree en el cambio, en la mejora de manos de “esos alocados jóvenes”, tan llenos de vitalidad y confianza a los que no les queda otra opción que “probar suerte” en otros laberintos, buscando el queso que alguien les ha quitado.
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