Ya puede ser verano, invierno o mi amado
otoño que siempre que cae una gota de lluvia mi corazón se estremece y mis
labios se curvan en una sonrisa tan amplia que nace también cuando te miras al
espejo desnuda y comprendes que eres tú, en todo tu esplendor. Sonrisa que sólo puede ser reflejo de la aceptación,
de verte tal y como eres, de no ocultarte y no disimular para encajar.
Es una reflexión sencilla, sin tabúes,
nada profunda… Nuestros políticos la conocen bien y por eso son capaces de
mirarse al espejo, sonreír y creerse su propia mentira. Por eso son capaces de
mirarnos a los ojos y decirnos que España va en progreso, va saliendo de la
crisis –“Los datos lo confirman”- dicen. Y sí… Los datos confirman que las
grandes empresas cotizan en bolsa, compran y venden ajenas a conciencia de que
el pueblo llano, los obreros y la prole siguen viviendo la misma escasez de
siempre o peor, quizá más acentuada porque agotaron las ayudas gubernamentales,
porque el IVA sube sin consideración, porque la luz, porque la sanidad, porque
la educación, porque todo y porque Rajoy dice que también tiene que mirar su
cuenta bancaria a final de mes. ¿En serio, Sr Presidente, que no llega a fin de
mes?.
Pero no nos preocupemos, sé que nuestros
ministros hacen todo lo posible por sacarnos de esta, no estamos solos y por
eso el Ministerio de Interior le pagó, con dinero del Estado, la peregrinación
a 13 guardias civiles a Francia a visitar el santuario de Lourdes. Es un acto
benévolo y bienintencionado a pesar de
que España es un país aconfesional constitucionalmente pero si de ello depende que
decenas de niños coman en los comedores o que se den las retrasadas becas a los
estudiantes… No pasa nada, es decir, seguro que el pago divino por tan noble
acto de fe está al caer y la acentuada pobreza de miles de familias será un
cuento del pasado, tan obsoleto como la libertad de las mujeres a abortar
cuando no quieran ser madres. España sigue siendo un país de viejos con viejas
costumbres, viejos prejuicios y viejas mañas.